DIARIO DE UN DEVOTO DE LA VIRGEN
Prólogo
Cuando recibo la noticia de una nueva salida de la Peregrina, siento que mi corazón recibe un impulso de fe y me recuerda quién soy: un devoto de la Virgen. Valoro si puedo acompañarla -estar presente en algún momento concreto del programa- y tomo una decisión inmediata. Esta vez, en la visita a Cullera, confirmo que puedo participar desde el inicio y en casi todos los actos. Desde mi presencia prudente, con mi pluma y mi Canon réflex como equipo de trabajo, quiero relatar mis impresiones y sentimientos junto a la Virgen de los Desamparados, que acude a la llamada de la parroquia San Francisco de Asís con motivo de sus veinticinco años de vida. Será éste el “Diario de un devoto de la Virgen”.
14 de agosto. Mediodía. Esta tarde a las 6 h. saldrá la Peregrina desde la Basílica – en la Plaza de la Virgen- hacia el puerto de Valencia. Cada vez que inicio un reportaje le pido a María que sea ella quien inspire mis acciones. Ir a su santuario es presentarse ante la
Mare de Déu y Mare de tots para sentir cómo orienta cada vida personal. Ella, siempre disponible, atenta a cada plegaria, responde en el silencio de la escucha sincera y reconforta en cada preocupación. Esta vez su aventura será por tierra, mar y montaña. Basílica, Grao de Valencia, puerto fluvial de Cullera, parroquia de puertas abiertas,
montañeta del Castell, plaza de la parroquia, procesión por las calles de Cullera, ronda nocturna, ofrenda y devoción popular, todo un programa para vivir. Que sea para la conversión de tantos y el testimonio de muchos más.
15 de agosto. 1,30 de la madrugada.
Un centenar de fieles devotos habita la parroquia, abierta 24 horas (como en julio de 2008) por la visita de la Virgen. Por las puertas entra y sale gente, con un murmullo que delata interés por contarse cosas. Algunos, en silencio, dejan pasar el tiempo en presencia de la Madre, otros retratan con su móvil y mucha ilusión la imagen de la peregrina junto al altar mayor. Falta tiempo para la salida, a las 5 h de la mañana, hacia la ermita del castillo. Hay saludos, fotos para el recuerdo, fervor, admiración, respeto... En ocasiones se hace el silencio y es María la que se muestra presente en todo el templo. Ha sido una tarde emotiva, aventurera, histórica para muchos. La salida habitual desde el camarín en la Basílica ha tenido un primer destino extraordinario, porque –subida en el
maremóvil- la Virgen ha llegado al puerto de Valencia atravesando la zona con los preparativos para el
Street Circuit de Fórmula Uno. Espectacular ha sido el momento de embarcarla en la nave de la Cofradía
Mare de Déu del Castell de Cullera, para poco después iniciar la aventura de un fin de semana con encanto mariano. El recorrido hacia el sur, teniendo a la vista la costa valenciana y custodiada por una docena de embarcaciones pesqueras y de recreo en una cálida tarde de agosto, ha tenido ratos de asueto, pero también muchos otros espirituales: el rezo del Rosario en el mar con la Virgen de los Desamparados Peregrina en cubierta es un privilegio inigualable y un momento de Dios.
Atardecía cuando avistamos Cullera y se pusieron de manifiesto las primeras muestras de cariño con bengalas y fuegos artificiales desde la costa, así como la presencia de nuevas embarcaciones con afán de protección y deseos de cercanía hacia la excelsa visitante. Ya en la bocana del Xúquer, la gente recibía a la Virgen con rostros incrédulos, rompiendo a aplaudir a su paso entre las olas hacia el puerto fluvial. Allí esperaba una multitud emocionada con banda de música, autoridades locales civiles y religiosas, así como una gran representación de la ciudadanía de Cullera y gente venida de las poblaciones cercanas.
Más emoción y miles de devotos expectantes para trasladarla, apenas doscientos metros, hasta un altar instalado para la ocasión rodeado de embarcaciones, banderas, y árboles en el paseo del puerto. Misa de campaña de bienvenida, la invitación del párroco Joan Carles a todos para dar testimonio de fe y acoger a la Virgen de los Desamparados como Madre y fuente de inspiración en la vida comunitaria. Cofrades y pescadores, en larga procesión por todo el barrio cercano, portaban sobre sus hombros a la Reina del Cielo y de la Tierra, vitoreada desde los balcones, acompañada por muchísimos fieles hasta la parroquia de San Francisco de Asís. A la entrada, recordando el paso por Caballeros, Bolsería y Avellanas, una lluvia de pétalos, fervor y cariño en un templo pleno y entregado sin reservas a la patrona de todos los valencianos. Recibimiento de primera para quien más lo merece y que colmaba la celebración de los 25 años de vida parroquial. Ahora hay una música que sugiere recogimiento. Son casi las 2 h de la madrugada; ha sido una jornada plena para un devoto de María.
15 de agosto.- 10,15 h de la mañana.
La Virgen ya está de nuevo en la parroquia. La primera misa con la Peregrina en el templo ha sido especial. La entrega del devoto a Madre y Señora es mayor cuando el cansancio físico tiende a sobrepasar los límites. Muchas personas han seguido en vela hasta que a las 4,30 h han empezado a sonar las campanas de la parroquia y así por tres veces hasta las 5 h en punto. Confesaré en este diario de devoción que he procurado descansar durante algo más de dos horas y en el silencio de mi rincón de acogida en la casa parroquial me he sentido arropado –además- por la cercanía de la Virgen, siempre buena compañera. La concentración popular y devota en el templo a estas horas poco habituales me ha recordado las madrugadas de Viernes Santo en Sagunto para acompañar a Jesús con la Cruz en la subida del Via Crucis. Pero esto es Cullera, aquí está la Peregrina y la propuesta era participar en el Rosario de la Aurora hasta el Santuario del Castell. Era completamente de noche, con la banda de cornetas y tambores tras la imagen en procesión, con el párroco y los custodios, las autoridades locales y un millar de fieles acompañando a la imagen de María en su salida nocturna. Las despejadas calles cercanas al puerto fluvial se llenaban de fe por la presencia de la multitudinaria procesión, con mayores y también algunos niños, camino de la primera cuesta cerca del mercado viejo. Y desde allí, cofrades y seguidores, con el reto de la superación de los desniveles y dificultades naturales en forma de rocas, árboles y recorrido sinuoso marcado por las estaciones espirituales. Parada, descanso y rezo. Se mantiene la noche cerrada, prosigue la subida con indicaciones expertas para recorrer cada tramo del camino. Sentía que la Virgen aportaba entereza a los portadores, dejándose llevar al tiempo que les infundía ánimo, fuerza y espíritu hasta alcanzar la cima en la Ermita. Entrada triunfal, recibida por el santuario pleno de fervor popular y la Virgen de la Encarnación presidiendo el altar: María hecha Madre, Peregrina y Asunta al Cielo en la fiesta del 15 de agosto. Una solemnidad celebrada espléndidamente ya con albores de día festivo. Dos impactos visuales para el recuerdo: la fotografía del grupo de portadores en el altar con ambas patronas y el instante en que se producía el encuentro de las dos imágenes en un templo abarrotado que clamaba alabanzas y vítores a María. El descenso desde el monte del
Castell ha sido más lento y con mucho sentimiento, fruto de la experiencia de fe y superación en la madrugada, amén de la certeza del deber cumplido ofreciendo a la Virgen el paisaje pleno de Cullera desde aquel singular mirador mariano. Mientras captaba nuevos encuadres desde puntos estratégicos del recorrido, he experimentado que la Virgen de los Desamparados, con su protección cercana, siempre estará presente en este pueblo costero con faro, castillo y ermita tan devoto de la advocación valenciana de María. Ya es de día, y día de fiesta. Las calles del centro celebran la presencia de la Virgen de los Desamparados en su histórica visita, esta vez en su recorrido de vuelta a la parroquia. Allí, a templo lleno como siempre, una solemne misa para dar gracias a Dios por su gran Madre en el día de su reconocimiento por ser fiel al proyecto a Dios para ella: la Asunción. Espera un día de fiesta.
16 de agosto. 0, 30 de la madrugada. Ha sido un largo día con la Virgen para los feligreses de la parroquia San Francisco de Asís y también para Cullera. Se nota en los rostros plenos de emociones de muchas personas que han participado esta noche en la Ronda a la Verge que ahora termina. La actuación de la Orquesta de Cámara del Conservatorio Santa Cecilia de Cullera interpretando temas clásicos en un gran ambiente espiritual se ha alternado con los testimonios de fe y de vida de tres sacerdotes nacidos en la población que acoge a la Virgen y que han entregado la esencia de su corazón a todos los presentes. Así actúa María: convoca, inspira, acoge e insta a compartir hasta lo más íntimo para que dé aún más fruto. En la noche, el templo lleno -y con todas las puertas abiertas para mejorar la estancia en esta calurosa velada de agosto- rebosaba comunión parroquial y seguía entregando desde su altar mayor, con la Peregrina presidiendo, una propuesta devota y fervorosa a toda Cullera.
Mi compromiso de realizar la cobertura fotográfica de la procesión más antigua de Valencia como es la de la Asunción de la Virgen desde la Catedral Metropolitana no me ha permitido participar por la tarde en la Misa de Infantes presidida por el obispo de LLeida Joan Piris, natural de Cullera, ni tampoco en la Ofrenda de flores y cariño que vecinos, comisiones falleras y asociaciones han realizado ante la Madre; pero cuento con las valiosas fotografías y el testimonio de un nuevo amigo que me ha procurado la Virgen: Juan Ramón Aragó, fotógrafo de Cullera, ha sido desde el primer momento quien me ha acogido en esta tierra fértil porque es generosa con sus visitantes y también con los devotos de la Mare de Déu. No son sólo imágenes lo que ha compartido este reportero conmigo: ha sido calor humano, modos de ver los acontecimientos en su conjunto, encuadres, material fotográfico, desvelos por captar con discreción y entusiasmo lo más importante de cada momento. Ahora, a punto de regresar a Valencia, rememoro a la Virgen yacente pero sólo dormida, transportada por los apóstoles por las calles de Valencia a la vez que presente y siempre viva en Cullera. Es María la que une y ampara. Queda todo un día para entregarle aún mucho corazón.
16 de agosto. 11 de la noche. Hace apenas una hora que un grupo representativo de la Cullera devota se ha despedido de la Virgen de los Desamparados en la Basílica. Otro día grande. Desde Valencia he podido seguir la jornada mariana de la parroquia San Francisco de Asís que sigue celebrando su 25º aniversario con gran entusiasmo. Nuevamente las fotografías de Juan Ramón Aragó han servido como testimonio de la comunidad parroquial en la misa presidida por el obispo de Ibiza, Vicente Juan, hijo de Tavernes de la Valldigna, que ha administrado durante la celebración vespertina la Unción de enfermos. La apertura 24 horas del templo parroquial con la Virgen Peregrina siempre dispuesta y acogedora ha hecho mucho bien, sin duda. Momentos de oración, silencio espiritual e íntimo, interiorización y escucha: confesiones, compromisos, ofrendas y muestras de donación a la “Mare de tots” se integran en la sólida estructura de fe que ya tiene esta parroquia con el nombre del santo más pobre y entregado a Dios con radicalidad. Joan Carles Alemany, párroco y promotor de la histórica visita de la Peregrina no cabe de mayor gozo por sus feligreses y vecinos, por Cullera y toda la Ribera, porque María ha colmado las expectativas de esta propuesta de conversión cristiana. Cuando después de un lento regreso por carretera en la operación retorno de medio agosto la Virgen transitaba por la autovía hacia su morada habitual, marcaba sin duda una línea blanca por la que siempre estará unida a este pueblo devoto que le ha mostrado durante más de dos días su amor concreto y su mayor fervor como Madre de los creyentes, permaneciendo en lo más alto de Cullera - desde la Ermita del Castillo- en su advocación de Virgen de la Encarnación como plena protectora. Las fotografías de feligreses de la parroquia y portadores de la Cofradía junto a la Virgen a la entrada de la Basílica han sido entrañables. Los postreros vítores a María, a la Madre de Déu, como despedida hasta siempre y con el corazón en vilo, han resonado tomando morada en este gran santuario mariano; he sentido que el eco desde la bóveda de la Basílica retornaba a los devotos este amor de Madre que ella siempre regala a quien le entrega todo sin reservas.
Abrazos y despedidas, compromisos abiertos para nuevas citas, porque hay vida después de esta experiencia mariana como pocas. Yo, desde mi pluma y mi cámara réflex, cuatro folios y más de tres mil instantáneas aún por revisar, renuevo mi propuesta de ser fiel a quien mejor sabe guiar el camino del cristiano de a pie en la jornada cotidiana: sea pues, por su inspiración, que pueda tener sus frutos lo que aquí escribo, el diario de un devoto de la Virgen.
Manolo Guallart
2009