Este proyecto artístico-espiritual está inspirado desde la admiración a María como modelo de perfección cristiana y tiene un objetivo definido desde la fe: tratar de
descubrir la Bondad, la Verdad y la Belleza -a partir de una combinación de arte y trascendencia- en la presencia de la “humilde esclava del Señor” en Valencia. La Virgen es una buena compañera de viaje porque siempre acompaña en el camino a quien invoca su presencia. Se presenta como la Inmaculada Concepción (expresión de su
"sí" personal a Dios, de la confianza plena en su designio de vida) y nos muestra
cómo seguir a Jesús: actitud de servicio, amor de madre, discreción, saber estar, disponibilidad total. Mirar a Jesús con los ojos de María, a quien tenemos presente
en Valencia como la Virgen de los Desamparados, es posible si se tiene por ella
“la devoció més santa”. La presencia de la Virgen de modo permanente en el corazón de infinidad de valencianos, y que les congrega a miles en actos colectivos, siempre puede ser un encuentro personal, de tú a tú, de madre a hijo. Y aún más en el día grande de nuestra patrona, que comienza con los adornos en balcones y fachadas, la paraeta junto a la catedral, el tapiz en la plaza de la Virgen, la dançà, el concierto de la banda municipal, el castillo de fuegos artificiales, la descoberta, la llegada de los caminantes, que sigue con la misa de infantes, el multitudinario traslado y por la tarde la solemne procesión por el centro histórico. La Ronda a la Verge, las flores y el besamanos serán los últimos pasos de una fiesta que cada devoto puede vivir todo el año porque la Virgen está siempre disponible. En todos estos momentos el objetivo del fotógrafo es testigo fiel de cómo tradición y emoción confluyen en cada corazón que tiene presente a la Mare de Déu, que le canta, recita, piropea, reza, aclama, admira, invoca. En el día de su fiesta, los valencianos acompañamos a la Virgen que sale a las calles de la ciudad para estar aún más cercana. La esperamos, la recibimos, le preparamos el camino con pétalos de flores cultivadas en nuestros corazones y que le entregan cada anhelo, necesidad y gratitud, en forma de canto, oración o poesía, los más originales modos de regalarle cariño. Y en cada momento de nuestra vida ella puede acompañarnos y guiarnos, porque es modelo de santidad. Esa mujer desolada a los pies de la Cruz que aceptó a la Humanidad entera en
su segundo “sí” con la propuesta de Jesús “Ahí tienes a tu hijo”, es desde aquel momento
la Mare de Déu y a la vez la Mare de tots.